Bienvenidos a este blog sobre diseño

CGsign
Bienvenidos a CGsign el lugar para encontrar material de diseño. Software y técnicas del que hacer de un diseñador.

Categorias

20 noviembre 2007

Semántica Visual, Artículo parte 2 de 3

Continuamos con el artículo de Semántica Visual, que por su extensión resulta demasiado largo para ponerse en un único post.

Parte 1»

...3 QUÉ MUESTRAN LAS IMÁGENES SIMBÓLICAS Y CÓMO LO MUESTRAN.

Vistos ya o, al menos, esbozados los rasgos básicos más elementales de la semántica visual para los tres casos polares de las imágenes figurativas, las imágenes simbólicas y las imágenes plásticas, corresponde comenzar a profundizar en la problemática de la semántica específica de cada una de ellas. Elijo, quizá por considerarlo analíticamente más simple, explorar, en el presente trabajo, el universo semántico que se construye mediante las imágenes simbólicas, comenzando por estudiar, en su específico caso, (1) qué se muestra y (2) cómo se lo muestra.
3.1 Lo que muestran las imágenes simbólicas

Lo que se muestra, cuando la propuesta perceptual está constituida por imágenes simbólicas, son las réplicas de signos gráficos. Al decir que lo que se muestra son "las réplicas", sigo la observación peirceana acerca del carácter virtual, en cuanto tipos, que poseen los signos en el sistema al que pertenecen. En el sistema, cada signo es uno único, no percibible y sólo pensable; lo que vemos, en la configuración, cuando el signo se actualiza (es decir, cuando pasa de ser una virtualidad, o sea, una posibilidad, a ser un existente, o sea, cuando accede a su actualidad), es una réplica de ese signo (Charles Peirce, 1965/1931; parág. 2.261)

Lo que aquí interesa es que los signos gráficos se articulan en un sistema, lo que no ocurre con los signos correspondientes a las imágenes figurativas, ni con los signos correspondientes a las imágenes plásticas, de las cuales (de estas dos últimas) diría, como primer esbozo, que tienen sus atractores mentales en el registro de la memoria a largo plazo de las imágenes visuales. Lo que destaco, con esto, es que el conjunto de tales atractores (cualitativos o plásticos y figurativos) no posee, por la modalidad de su almacenamiento en la memoria, una estructura de sistema, sino de lo que, tentativamente, podría designarse como un "registro dinámico", en cuanto componente de lo imaginario, correlativo con lo habitualmente referido como carácter continuo de las imágenes figurativas y como carácter experiencial de las imágenes plásticas. Por tanto, las características sistémicas, específicas de los signos gráficos, son las pertinentes a los símbolos, siempre teniendo en cuenta que hablo de "símbolo" en sentido peirceano: el resultado de una convención social (C.P.: 2.249).

Entonces, los signos gráficos, en cuanto imágenes simbólicas, pueden negar, afirmar condicionalmente, identificar el consecuente de determinado antecedente, recomendar, exigir, prohibir determinado comportamiento, ser falsos o verdaderos, constituir expresiones bien o mal formadas, y poseer la eficacia y los límites de los "actos de habla" (a los que, ahora, habría que explorar como "actos gráficos"; ver también, más adelante, en "8 Conclusión"). Difícilmente, algún sistema de signos gráficos va a poder realizar todas estas posibilidades, pero sí, unos unas, otros algunas y otros pocos la mayoría. Las imágenes simbólicas están destinadas a producir en el interpretante intérpreteii alguno de estos o semejantes efectos semánticos.

Por el contrario, basta con recorrer la imagen de la Figura 2 para comprender que la imagen de Frida Kahlo no podría cumplir con ningunas de estas posibilidades; ejemplo que apunta a comprobar que las imágenes figurativas tienen una capacidad de mostración, en cuanto eficacia semántica mínima, diferente a la de las imágenes simbólicas. Las imágenes figurativas muestran para individualizar un existente actual o imaginario.

Como tampoco la propuesta de color y textura de la Figura 1 podría cumplir con las posibilidades que he enumerado; ejemplo que apunta a comprobar que las imágenes cualitativas o plásticas tienen una capacidad de mostración, en cuanto eficacia semántica mínima, diferente a la de las imágenes simbólicas. Las imágenes cualitativas o plásticas muestran para inducir una experiencia sensorial subjetiva e intransferible.

En cambio, un recorrido por las variantes propuestas en la Figura 3 muestra cómo cada una de esas imágenes simbólicas, réplicas de los correspondientes signos gráficos, está cumpliendo efectivamente con alguna o con varias de aquellas posibilidades específicas: negar, afirmar, recomendar, exigir, prohibir, etc. Distinto comportamiento cognitivo que desarrollamos como intérpretes, ante cada una de tales clases de propuestas perceptuales y que fortalece la comprensión del carácter diferencial de las distintas imágenes y la incorrección metodológica que supondría su tratamiento indiferenciado.

3.2 Cómo lo muestran las imágenes simbólicas

Creo que resultaría imposible pretender la exhaustividad en el tratamiento de este punto. Al tratarse de imágenes simbólicas, el desarrollo de cómo éstas muestran lo que muestran equivale a una enciclopedia de todas las sintaxis según las que se relacionan, en las correspondientes configuraciones (o sea, en los contextos integrados por imágenes visuales), los signos gráficos efectiva y socialmente disponibles.

Porque, en principio, las relaciones que vinculan entre sí (al menos) a las imágenes simbólicas en configuraciones ya producidas, o las relaciones que pueden llegar a vincularlas en configuraciones posibles, constituye una auténtica sintaxis.

Dos observaciones: una sobre el uso del término "sintaxis" y otra sobre la especificidad de cada conjunto de imágenes simbólicas.

El término "sintaxis" tiene una fuerte connotación lingüística. Como es mi preocupación constante, trato de evitar ese tipo de términos por lo que arrastran de su calidad metalingüística, por lo general inadecuada cuando se están considerando otros signos diferentes a los lingüísticos. De todas formas, este término se vincula a la lingüística por el uso que los lingüistas han hecho de él, lo cual es mucho y difícil de superar. En su estructura etimológica, sin embargo, no contiene nada necesariamente lingüístico: "sin", en griego, significa "con" y "taxis", también en griego, significa "orden"; así "sintaxis" sugiere "orden conjunto", o sea, un orden que reúne elementos diversos, lo que se ajusta adecuadamente a la disposición ordenada de los signos, como se requiere para la producción comunicable de una Semiosis Sustituyente. En definitiva, podemos permitirnos hablar de la sintaxis de una configuración sin temor (pero atentos) al peligro de contaminación lingüística, cuidando de referirnos a las reglas que permiten establecer un orden en un conjunto de imágenes simbólicas.

Y aquí interviene la segunda observación sobre la especificidad de cada conjunto de imágenes simbólicas. Como dije en el apartado anterior, las imágenes simbólicas son réplicas de signos gráficos, los cuales se definen por las relaciones que los vinculan entre sí, en el interior del sistema al que pertenecen y por el hecho de que, por ser símbolos, necesariamente pertenecen a algún sistema. Es la vieja idea saussureana de valor, mediante la cual pudo constituir en ciencia a la lingüística, a partir de reconocer que los signos lingüísticos son entidades discretas (o sea, con una identidad diferencial neta y estable o con reglas precisas de transformación) que se vinculan mediante relaciones que abarcan desde lo muy, hasta lo relativamente formalizable; por lo que, los saussureanos signos lingüísticos son también, peirceanamente, símbolos. Entonces, como enfoque general, recuérdese mi afirmación de que los signos gráficos ostentan una calidad simbólica en cuanto están identificados y relacionados según normas convencionalmente establecidas y/o aceptadas. Esto es lo que, también según mi propuesta, los diferencia de las restantes imágenes visuales, tanto de las imágenes figurativas, como de las imágenes plásticas, de ninguna de las cuales podríamos afirmar ni un carácter discreto, ni una vinculación necesaria mediante relaciones relativamente formalizables, ni, por tanto, su pertenencia a sistema alguno.

Pero, ¿de qué conjuntos de imágenes simbólicas hablamos cuando hablamos de sistemas de signos gráficos?

El espectro de propuestas perceptuales abarcado por la expresión "imágenes simbólicas" es muy amplio. Es muy diversa la materia prima con la que están constituidas las imágenes que pueden incluirse en esa expresión. Porque lo que justifica la inclusión de unas y la exclusión de otras es lo relativo al carácter de sistema que se establece entre unas y que no puede constituirse entre las otras (o no se admite socialmente tal posibilidad).

Por supuesto, el conjunto de las imágenes simbólicas mostradas en Figura 3 tiene el carácter de ser la actualización o las réplicas existenciales de los correspondientes signos gráficos del respectivo sistema simbólico virtual. Pero, antes de seguir con su estudio, hay que tener en cuenta que las letras (y las palabras con ellas construidas) de este texto son, igualmente, imágenes simbólicas.

¿En qué se diferencian estas letras de aquellos dibujos? En lo que puede llamarse "la materia prima" o base perceptual de la correspondiente capacidad de representación. Peirce diría, mejor, "en la calidad del representamen", absolutamente convencional en el caso de estas letras y relativamente convencional (en cuanto íconos estereotipados) en el caso de aquellos dibujos.

¿En que se parecen estas letras y aquellos dibujos? En que unas y otros se relacionan según vínculos estables, o sea, según relaciones sintácticas relativamente duras e inmodificables. Esto permite establecer que, tras la presencia de las configuraciones que se ofrecen a la percepción visual, existe un sistema de normas relacionales que convalidan o rechazan la capacidad de Semiosis Sustituyentes que se pretende atribuir a tales configuraciones.

Observemos la siguiente configuración de letras:

"ytop kklesc iwqixpttol zamlskeincxsk sdi tr pewñwlsoenri hderuenfritmosetrhu zxzirtmfelt adsn"

Salvo algún hallazgo casual, no hay regularidad, en sus relaciones, que permita esbozar algunas de las reglas que, por definición, son constitutivas de un sistema. El concepto de sistema rechaza a esa configuración como posible Semiosis Sustituyente proveniente de algún sistema. Por el contrario, en esta otra configuración de letras:

"Salvo algún hallazgo casual, no hay regularidad, en sus relaciones, que permita esbozar algunas de las reglas que, por definición, son constitutivas de un sistema"

existen relaciones estables que, justamente, permiten esbozar algunas de las reglas que, por definición, son constitutivas de un sistema. El concepto de sistema convalida esta configuración como posible semiosis sustituyente, o sea, susceptible de ser interpretada por un intérprete. El ejemplo puede parecer poco interesante, en cuanto sabemos leer desde la infancia y lo percibimos como lengua escrita y no como imágenes visuales que requieren una previa interpretación en cuanto signos gráficos pertenecientes a un determinado sistema.

Sin embargo, éste es el aspecto en que esa configuración de letras se asemeja a los dibujos de la Figura 3. Una tarea interesante y que es base de diversos trabajos de investigación destinados a explicar el proceso de producción de la significación de muchos fenómenos sociales, consiste en recuperar el sistema subyacente tras un mensaje manifiesto. Es tarea especialmente vinculada al aprendizaje de la interpretación de los lenguajes (idiomas, señas, morse, banderas, criptogramas, jeroglíficos, señalética en computadoras, envases, edificios públicos, etc.; para los que, por su diversidad posible, más que "lenguaje" preferiría nombrar, como vengo reiterando, "semiosis"), todos los cuales están constituidos por imágenes visuales simbólicas que se relacionan según reglas preexistentes (o recuperables como transformación) en el correspondiente sistema.

Pero nunca podríamos afirma algo semejante, en el caso de la fotografía de Frida Kahlo (en cuanto imagen figurativa) o en el de los colores y texturas de la obra de R. van der Werf (en cuanto imagen cualitativa). No hay ningún sistema de relaciones normadas y relativamente necesarias que pueda recuperarse tras estas últimas propuestas perceptuales. Otras tienen que ser las operaciones cognitivas que intervienen en su interpretación. Es decir, pertenecen a otra semiótica visual, que no es la simbólica.




4 RECUPERAR EL SISTEMA AL QUE PERTENECEN LAS REGLAS QUE CONSTRUYEN EL SENTIDO

Tal la tarea con la que continuaré, a partir de cada una de las configuraciones gráficas que aparecen en la Figura 3.

Para ello, hay que tener en cuenta que lo que estoy tratando de identificar son comportamientos que ocurren efectivamente, en la mente del interpretante intérprete y creo, también, que ocurren después de haberse producido los resultados de otras varias operaciones previas que considero interesantes, especialmente desde el enfoque de una semiótica cognitiva.

Esta preocupación por establecer y, en lo posible, describir el desempeño de los comportamientos mentales mínimos es coherente con el enfoque de las investigaciones cognitivas que, de algún modo, han invertido, frente a las que fueron las concepciones dominantes de la Gestalt, el orden en que se considera que se producen los comportamientos perceptuales. En especial, desde David Marr (1982; p. 41 ss.), se considera que la percepción va desde lo elemental hacia lo global y general; sin perjuicio de continuar teniendo en cuenta otras muchas explicaciones valiosas que propuso la Gestalt. Lo que está afirmando Marr es que para cuando reconocemos las grandes formas (o síntesis o imágenes) ya hemos asumido un compromiso subjetivo con ellas, viendo lo que sabemos o lo que queremos ver.

La exigencia de que lo que se propone como explicación pueda servir de base a un programa de computación, puede discutirse en cuanto a su valor epistemológico o puede plantearse como una mera demostración de la utilidad empírica de dicha explicación, pero un enfoque cognitivo de la semiótica requiere conciliar su convergencia con las neurociencias, y con la informática (Paul Thagard, 1993: 2 ss). Y para eso necesita comenzar por la identificación, lo más elemental posible, de las relaciones mínimas y eficaces para la producción de resultados que se integran en nuevas relaciones eficaces para la sucesiva producción de nuevos resultados que resulten a su vez eficaces, hasta la obtención de respuestas que repliquen los comportamientos observables.

Me resultaría imposible elaborar, aquí y ahora, un programa de computación con los datos intuitivamente identificables en las imágenes simbólicas propuestas en la Figura 3. Pero, a mero título exploratorio, trataré de esbozar algunas operaciones analíticas que podrían resultar pertinentes para su posterior diseño.

A los efectos de poder ir siguiendo las reflexiones que propongo, identifico a cada una de las 25 imágenes simbólicas que contiene la Figura 3, mediante los números que escribo aquí y cuya posición, en un rectángulo de 5 x 5 entradas, reproduce las posiciones de las correspondientes imágenes, para su identificación y para saber de qué estoy hablando en cada caso.

Numero las imágenes de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo:

1 2 3 4 5

6 7 8 9 10

11 12 13 14 15

16 17 18 19 20

21 22 23 24 25

Al calificarlas de "imágenes simbólicas" se está afirmando que, respecto de los componentes de cada una y de la manera de relacionarse en el interior de cada imagen, existe un acuerdo social cuyo conocimiento es imprescindible para interpretar el significado de cada imagen. Así que, de cada una tendré que hacer explícito lo que considero que debe saberse y, a partir de ese conocimiento previo, describiré la relación sintáctica de la que, en definitiva, habrá de provenir la interpretación correspondiente, la cual hace explícito el significado construido.

Comienzo por el análisis de la imagen nº 1, o sea, la correspondiente a la esquina izquierda superior.

1. La percepción más evidente es la del dibujo de una mano. Esto no quiere decir que se capte inicialmente y sin necesidad de instancias previas que se trata de una forma de mano. Las líneas que la componen, incluso las que aparecen tras el contorno de oclusión constituido por el dibujo de lo que, también tras su integración y depuración correspondiente, establecemos que es la representación de un frasco, constituyen la percepción visual de una imagen material que actualiza, en la memoria asociativa, de entre diversos modelos posibles, el modelo atractor de una mano, que es con el que, en definitiva, nos quedamos (Shimon Ullman, 1996: 44 ss). Otro supuesto, que de inmediato rechazamos como absurdo por lo simple que resulta admitir que se trata de una mano, hubiera consistido en interpretar esas líneas como representando a tres motores de un Boeing vistos en perspectiva, sobre un espacio en blanco (el cielo, todo visto desde la ventanilla del avión), o en interpretarlas como una bala y los rastros (la simbolización gráfica) de su desplazamiento. Estos modelos alternativos de atractores los rechazamos porque las transformaciones que habría que realizar para ponerlos en correspondencia con los objetos pretendidamente representados son mucho más artificiales y atípicas que las que tenemos que realizar para admitir que se trata del estereotipo de una mano. Y digo "estereotipo" porque contiene los rasgos convencionales para el dibujo de una mano humana, en cuanto clase de objeto y sin rasgo alguno de individualidad que permitiera identificarla frente a otras posibles manos.
2. Así, por procedimientos semejantes de selección de rasgos de los otros dibujos componentes, que no describo para no hacer insoportable este texto, llegamos a aceptar que las propuestas perceptuales incluyen la representación de un frasco y de una pequeña nube de vaporización (objeto y fenómeno de los que tenemos disponibles como atractores, en nuestra memoria asociativa, los correspondientes modelos, por nuestra pertenencia a una cultura en la que se registra que puede percibírselos).
3. Quiero mencionar, aunque no he terminado la enumeración de lo percibible en esa imagen material, el hecho sintáctico que permite interpretar lo que he llamado "una pequeña nube de vaporización" como tal. Los otros objetos: la mano y el frasco, resultaban tales por una opción de su correspondencia con los modelos disponibles. "Una pequeña nube de vaporización" no podría interpretarse por simple asociación con algún modelo mnemónico, sino por su ubicación sintáctica a partir del extremo superior del frasco, parcialmente ocluido por uno de los dedos de la mano. Es suficiente con tapar el resto de la imagen, dejando percibible, tan sólo, la mencionada como "nube de vaporización" para que deje de ser tal (sin que quede definido ningún otro objeto representado por esa imagen). O sea, la dichosa "pequeña nube de vaporización" es una interpretación que dependen enteramente de su relación con el resto de la imagen, o sea, es una construcción puramente sintáctica.
4. Un par de imágenes más completan el desarrollo de esta imagen simbólica. Son las dos flechas cada una de ellas con su punta duplicada sobre sí misma y enfrentadas en posiciones contrapuestas, una en la dirección vertical de arriba hacia abajo y la otra en la dirección vertical de abajo hacia arriba. Es necesario conocer el código visual de la duplicación o reiteración, habitualmente utilizado para obtener una interpretación de movimiento o, construido con otro tipo de rasgos semejante pero no idénticos, de la velocidad. La sintaxis que asocia, por proximidad, la mano sosteniendo el frasco entre la representación del pulgar y la del índice y el par de flechas de puntas duplicadas y de direcciones contrapuestas, es la que permite una interpretación (que aparentemente teníamos desde el principio) de la propuesta visual, en cuanto destinada a comunicarnos que, determinado frasco (con seguridad, el que, como objeto efectivamente existente, acompaña a la imagen simbólica; con lo que entraríamos en el ámbito de la disposición o sintaxis indicial) debe utilizarse realizando ese movimiento de aproximación entre los dedos pulgar e índice, mientras estos lo sostienen en la posición mostrada.
5. También necesitamos del conocimiento cultural de que la producción de "una pequeña nube de vaporización" es el objetivo interesante a realizar mediante la manipulación del frasco en cuestión.

Sólo he querido esbozar, por una parte los a priori culturales o construcciones semióticas procedentes de la misma o diferente semiosis de los que necesitamos disponer para interpretar una imagen tan obvia como la presentada en el 1er cuadro de la Figura 3. Por otra parte, también he querido poner de manifiesto cómo la interpretación del interpretante comunicativo necesita, complementaria pero fundamentalmente, de la sintaxis para que el interpretante intérprete construya la interpretación que el interpretante productor está interesado en que construya. Estos son los aspectos normativos o regulares que, integrados con otros identificables en las restantes imágenes (2, 3, 4..., etc.), hacen de estas reflexiones un comienzo de descripción de las relaciones constitutivas de un determinado sistema de signos gráficos.

Continúo, pues, con el análisis de otros aspectos de las 25 imágenes simbólicas de la Figura 3.

1. La representación de la mano. Tratándose de un corpus de configuraciones propuestas a la interpretación como Semiosis Sustituyentes acerca de (predominantemente) la manipulación de determinados objetos e instrumentos, uno de los estereotipos más reiterados es el de la mano o manos. Optar por esta representación, como acabo de afirmar, requiere haberla seleccionado, de entre otras posibles representaciones, por proyección del modelo correspondiente disponible en la memoria asociativa y por ser el que menores transformaciones requiere, para producir una interpretación aceptable de las imágenes percibidas. Está presente (total o parcialmente) en 11 de las imágenes del conjunto (1, 3, 7, 10, 11, 13, 15, 17, 20, 23 y 24) y en otras 7 se la infiere (2, 4, 6, 14, 16[?], 19 y 22) como necesaria para completar la configuración imaginaria de la acción efectivamente representada y socialmente reconocible. En los casos en que la mano está presente, sus relaciones sintácticas fundamentales son las siguientes:

(en 1) la representación de una mano (derecha) y de un frasco con su base sobre la representación de un pulgar de esa mano y su tapa bajo la representación de un índice de esa misma mano, para construir, visualmente, el significado de un "sostener"; que no es el mismo que el construido con esta palabra;

(en 3) la representación de una mano (izquierda) como superficie de oclusión (que, junto con el "contorno de oclusión", son expresiones muy utilizadas por David Marr para referirse a este efecto de obstáculo visual y a su eficacia en la identificación de la noción referencial de objeto; 1982: 218 ss y 295 ss) sobre la representación de la parte media de un tubo de teléfono, para construir, visualmente, el significado de un "asir"; que no es el mismo que el construido con esta palabra;

(en 7: dos manos) la representación de una mano (izquierda), en la parte inferior de una imagen y sobre el borde de una representación de una bolsa (¿de basura?), y la representación de otra mano (derecha), en la parte superior de esa imagen, con la representación de un dedo índice de esa mano ocluyendo la representación de un papel arrugado (¿?) el cual, a su vez, ocluye el resto de la misma mano, para construir el significado, mediante una de ellas (la izquierda), de un "sostener" y, mediante la otra (la derecha), de un "asir" (que no es el mismo que el visualmente construido en 3 ya que sabemos que es una instrucción intermedia que, en definitiva, construye un "arrojar", pero eso surgirá a partir de la integración de este dibujo en una determinada sintaxis existencial; por atractor mnemónico de esa sintaxis, nos anticipamos a interpretar la gráfica en estudio como una instrucción de "arrojar", aunque la estemos viendo fuera de su sintaxis existencial específica); construcción visual del significado de "sostener", "asir" y "arrojar", que no es ya el mismo que el construido con estas palabras;

(en 10) la representación de una mano (derecha) , con los dedos cerrados ocluyendo parcialmente la representación de un cable que termina en la representación de la ficha de un enchufe, para construir, visualmente, el significado de un "asir"; que ya no es el mismo "asir" que el visualmente construido en 3 y en 7, ni es el mismo que el construido con esta palabra (el complemento de "retirar" o "desenchufar" requiere la integración sintáctica del dibujo de la flecha, con su dirección mostrada);

(en 11) la representación del dedo (¿índice?) de una mano (derecha) apoyado sobre la representación de la parte inferior e interna de una oreja humana, para construir, visualmente, el significado de un "introducir" (¿o "limpiar" o "hurgar"?); que no es el mismo que el construido con esta palabra;

(en 13) la representación de la punta de dos dedos, posiblemente pulgar e índice, de una mano (izquierda), apoyados sobre la representación de los dos alambres componentes de la representación de un alfiler de gancho, para construir, visualmente, el significado de un "desenganchar"; que no es el mismo que el construido con esta palabra (el complemento del "empujar" previo, que se necesita para "desenganchar", ha sido solucionado con palabras escritas, las que también son imágenes simbólicas);

(en 15) la representación de dos manos, una (la izquierda) en la parte superior de la imagen, ocluyendo la representación de un costado de una cámara fotográfica, puesta en dirección vertical, y la otra (la derecha) en la parte inferior de la imagen, ocluyendo la representación del otro costado de la misma cámara fotográfica, la cual ocluye la representación del ojo (izquierdo) y de la mitad (izquierda) de un rostro femenino, para construir, visualmente, el significado de un "sostener dirigiendo"; que no es el mismo que el construido con esta palabra (que ello sea una instrucción de una posición posible para tomar una fotografía requerirá de otras informaciones visuales, verbales y comportamentales, complementarias);

(en 17) la representación del dorso de una mano (derecha) con el índice extendido y los demás dedos doblados sobre la palma, apoyando la punta de ese índice sobre la representación de una etiqueta, para construir, visualmente, el significado de un "pulsar"; que no es el mismo que el construido con esta palabra;

(en 20) la representación de una mano (derecha) al final de la representación del antebrazo y la representación de un fragmento del otro antebrazo (izquierdo) con el resto y la mano correspondiente ocluidos por la representación de un envoltorio al que se lo representa sostenido por ambas manos (inferida la izquierda), rodeado, por debajo y por los costados, por la representación de una caja abierta, para construir, visualmente, el significado de un "meter" o un "sacar" (necesitándose de la sintaxis existencial para decidir acerca de esa alternativa); pero que no es el mismo que el construido con estas palabras;

(en 23) la representación de dos manos, la izquierda arriba, apoyada sobre la representación de la tapa de un pequeño botellón, y la derecha abajo, sosteniendo la base de ese mismo pequeño botellón, con la característica gráfica de que ambas manos están duplicadas, acudiendo a ese recurso visual (como ya vimos en las flechas de la imagen nº 1) como representación del movimiento , para construir, visualmente, el significado de un "sacudir" (cuya dirección necesitará de las flechas para quedar construida); y que no es el mismo significado que el construido con esta palabra;

(y en 24) la representación de tres dedos (y de un cuarto semiocluido) de una mano (derecha), de los cuales la punta del índice está apenas ocluida por la representación del orificio central de un CD y la punta del pulgar, del medio y del anular están en contacto con la representación del borde de ese mismo CD, para construir, visualmente, el significado de un "sostener"; que no es el mismo que el construido con esta palabra (y el modo en que el objeto quedará sostenido se reitera mediante palabras. Sin perjuicio de que los elementos gráficos mostrados harían innecesaria esta presencia del lenguaje verbal).

En todos los casos, las representaciones lo son de estereotipos de los elementos representados.

Los aspectos aquí identificados son absolutamente incompletos para explicar el proceso visual de producción del significado de estas imágenes simbólicas, lo que iré completando, pero, posiblemente, sin poder agotarlo, por estar trasladando a lo verbal lo que está propuesto gráficamente para la producción de su correspondiente eficacia significativa.

En efecto, en estos mensajes estoy acudiendo a la palabra (ya que no hago más que escribir) como explicación de la eficacia semiótica de los dibujos, y tal considero que es la eficacia cognitiva, por conceptual, de la palabra (su eficacia para explicar). Lo que no considero como equivalente, ni tampoco que sea visible porque sea decible (o sea, no considero a la palabra una condición de la visión), es la relación entre el dibujo y la palabra o discurso verbal que lo representa. O sea, desde la concepción de independencia pero complementariedad que sostengo como la que interrelaciona las diversas semiosis socialmente concurrentes para conferir significado a los fenómenos sociales, puede decirse que el dibujo (en el caso al que me estoy refiriendo, o sea, en cuanto imágenes simbólicas; lo que no ocurre con las imágenes figurativas ni con las cualitativas) es una semiosis sustituyente que construye instrucciones, informando, sugiriendo o prohibiendo acerca de un tipo determinado de fenómeno social (en estos casos, manipulaciones de objetos), que adquiere significado (o sentido, si lo consideramos como componente atómico de procesos más complejos que los incluyen) por eficacia de tales dibujos. Los fenómenos o las manipulaciones que están representados por los dibujos son Semiosis Sustituidas o, si los enriquecemos con las restantes informaciones (construidas por la confluencia de todas las semiosis: verbal, visual, indicial, etc.) que pueden aplicársele, son Objetos Semióticos (Juan Magariños de Morentin, 2002c: Apartado 3). El discurso verbal puede intervenir, a su vez, por supuesto, como Semiosis Sustituyente del dibujo que, así, quedaría, provisionalmente, constituido como Semiosis Sustituida, acerca de la cual la palabra siempre tendrá algo que decir diferente a lo dicho por el dibujo; del mismo modo como el dibujo, en cuanto Semiosis Sustituyente de un supuesto discurso verbal, siempre tendrá algo diferente que mostrar acerca de lo que la palabra, que, provisionalmente, quedaría constituida como Semiosis Sustituida, puede decir como construcción verbal de esa misma acción, que ya no será la misma.

5. INTERVALO

La característica predominante de la representación visual del objeto, en este corpus de imágenes, es su dinámica. El dibujo muestra lo que se está haciendo con o en el objeto, su uso o su transformación. En este sentido, la imagen simbólica presupone, por lo general, la situación existencial en la que se manipula o a la que se aplica el objeto. Conviene recordar que mi idea es demostrar cómo estas imágenes se diferencian, hasta el punto de constituir otra semiótica particular, de las imágenes figurativas y de las imágenes cualitativas o plásticas.

Así, en (2), la imagen simbólica representa, con notables carencias que imposibilitan la individualización de la persona representada, la imagen especular de un hombre que se está haciendo el nudo de la corbata: situación existencial acerca de cuya correcta realización instruye la imagen en estudio. La representación de los lazos y vueltas de la corbata actualizan, en la simultaneidad de la imagen, los que son pasos secuenciales, sucesivos y temporalmente diferenciados, del comportamiento de anudarse la corbata. Obsérvese que fue necesario representar la cabeza, para que la sintaxis de su ubicación por debajo de ella, al sugerir la representación de que está en torno y a partir del cuello, identificase que lo que se representa es una corbata y no, meramente, una cinta en la que se hace un nudo o, incluso, una serpiente desenrollándose. Obsérvese, también que se ha prescindido de las manos, las que, posiblemente, complicarían excesivamente el dibujo y, por su carácter perceptual de superficies de oclusión, impedirían percibir visualmente lo que se está haciendo con la corbata. Presencias, ausencias y vueltas y pliegues del objeto que van construyendo la sintaxis visual efectivamente significativa. Sintaxis que materializa, determinadas relaciones virtuales, convencionalmente establecidas, pertenecientes, en este caso, al sistema de uso de la indumentaria. La imagen simbólica tiene por objetivo actualizar, exclusivamente, esta característica virtual o esta posibilidad de un concreto aspecto del sistema social, convencionalmente establecido, de la manipulación de objetos.

Destaco lo exclusivo de este objetivo, porque en los casos de las imágenes figurativas y de las imágenes cualitativas, lo efectivamente mostrado, pese a constituir su eficacia fundamental (individualizadora, en el primer caso y experiencial en el segundo), no agota lo que se muestra, sino que suele ser una mera excusa para actualizar otras asociaciones hacia las que habrá de apuntar, en definitiva, la interpretación; mientras que, en las imágenes simbólicas, mostrar lo que se muestra cumple y agota su propuesta para la interpretación.

Por otra parte, las palabras, aquí, fuera del uso explicativo que les estoy dando, no tendrían eficacia demostrativa respecto del comportamiento visualmente representado. Creo que puede afirmarse que las palabras no están, en las imágenes simbólicas, ni antes ni después del dibujo (en cuanto, si el correspondiente dibujo está bien resuelto, resultan innecesarias para su comprensión), sino que están eficazmente reemplazadas por el dibujo (en cuanto expresivo de lo que, de otro modo, sería indecible).

▼/▲ Mostrar Comentarios - Comentar

0 comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares